miércoles, 27 de octubre de 2010
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Morriña temprana entre colores de noche
sábado, 7 de agosto de 2010
Desintoxicación
Hay cosas que son iguales, en todo tiempo y en todo lugar.
martes, 20 de julio de 2010
Unicornios cojos
Por fin café cargado y pijama, por fin unicornios en la playa.
Solía ver unicornios por la ventana de mi habitación de la casa de la playa. Creo que volveré a hacerlo.
Antes los buscaba en las gotas, en las nubes y en las olas, en la arena y las baldosas. Después los buscaba dentro, en mis manos, en mis arrugas y lunares. Los buscaba entre mis sábanas, en mi almohada. Y volvía a la ventana.
Siempre por la noche y después de la taza de café cargado que tomaba para dormir, con la que tragaba las 5 valerianas que ayudaban a soñar, a encontrar unicornios. Siempre por la noche y después de ponerme el pijama. Iba a la ventana.
No siempre los encontraba, aunque siempre buscaba. Siempre por la noche, en la ventana. Eran grandes, blancos, brillantes. Me sorprendía lo difícil que resultaba encontrarlos, fuera y también dentro, pues… ¡brillaban tanto! Casi igual que la luz del microondas en la que calentaba el café cargado de antes del pijama para tomar las valerianas.
Un día tuve tanta suerte que encontré cinco. Los cinco eran iguales, con los mismos cuernos grandes y blancos, brillantes y legendarios. ¡Qué míticos los unicornios! Pero los unicornios de la ventana de mi habitación de la casa de la playa tenían algo especial, no caminaban normal. Sus patas largas y estrechas me encantaban, tan altas y finas, tan blancas y míticas. Cuando las veía me imaginaba todos los cuentos, películas y libros en los que se habían descrito tales patas, en tales cuerpos y con tales cabezas. ¿Por qué la gente sólo se fija en los cuernos de los unicornios? Las patas eran fantásticas. Y estas más. Cada unicornio blanco tenía 3, que no 4, patas blancas. Tres patas con las que corrían cojos por la playa que yo veía desde mi ventana. Todas las noches. Y yo los buscaba. Y yo los veía. Después de mi café, con mi pijama.
Creo que he de buscar unicornios cojos de nuevo.
sábado, 17 de abril de 2010
Caminando
lunes, 12 de abril de 2010
Recuerdos bonitos, de principios bonitos.
sábado, 27 de marzo de 2010
Personaje nº 1: le gusta el café cargado.
Por fin mi personaje nº 1 se despertó y salió de entre sus sábanas.
Pero un día se levantó más temprano de lo normal. No fue normal, no. Suele dormir hasta tarde, algunos días hasta muy tarde, comiendo casi nada más despertar. Si, empieza los días tarde. Pero aquel día eran las ocho de la mañana cuando abrió los ojos y vio su habitación más desordenada que nunca. Había soñado muchas cosas, con muchas de las que ahora veía allí: el abrigo, los calcetines, los papeles llenos de grandes catedrales, y de pinturas famosas, la ceniza del cigarro con el que le habían quemado la noche anterior y también con los libros que había leído, con tres de ellos.
Me gusta el personaje número uno, a veces mucho. A él le gusta silbar y el café cargado y también escribir. Y aún no lo he dicho pero también se guarda historias, íntimas, secretas. Así es. Le gusta hablar, y guardar lo hablado con mucha gente. Le gusta escuchar y después pensar sobre ello, pensarlo y hablarlo en silencio.
Aquel día se despertó, ordenó su habitación y escribió una historia. La historia es un cuento sobre una chica que escribía cuentos sobre personajes. A esa chica le gusta el número uno, el prefiere el dos. Eso es porque le gusta meterse en un pequeño barquito en el que se tapa, del que sale de vez en cuando para divisar si hay peligro. Después se enciende la luz. Tiene los ojos algo cegados pues ha pasado un tiempo largo en el barco.
Al final, sale de entre sus sábanas. El personaje número uno es pequeño. Pero le gusta el café cargado.
Ítaka en casa.
Por fin un "Viatge a Itaka"
Un día él me puso una canción sonriendo como un niño enseñando sus juguetes, y ella me leyó la letra con mucha emoción maternal y nostálgica. Hablaba del futuro, efectivamente. Y también del camino que hay entre él y nuestra casa...
Es largo y lleno de cosas que "un perro viejo ya conoce". "No, qué vaaa! Es un paseo único y personal".
Yo pensaba en un marinero perdido en su propio mar, un largo camino a casa, una historia familiar. Lejos,,. en tiempo y lugar, y cerca, a mi lado, también.
Nos habían contado la historia en el cole, y la habíamos oído ya antes en voz de un poeta, un antiguo poeta que escribió el libro que tenemos en el tercer estante de la biblioteca del salón.
"No camines rápido", dice uno. "Camina tu camino", dice otra.
Sea como fuere...camina sin cesar...y entonces, un día, seguramente y como dice la canción en catalán..."averigües lo que significan las Ítakas".
Ulíses, Kavafis, ellos. Así es, hoy la incertidumbre es más atractiva, familiar y entrañable que nunca....
sábado, 13 de marzo de 2010
Rouge.
Por fin Valentine y el Juez retirado se dijeron cosas callados. Rojo.
Valentine: ¿Y era feliz? ¿Dentro de veinte o veinticinco años?
Juez: Si.
Valentine se acerca al juez y le dice en un tono íntimo:
-¿Qué más sabe usted?
El juez no responde.
Valentine, en el mismo tono íntimo, le pregunta:
-¿Quién es usted?
-Un juez retirado -le dice el Juez.
-Siento que algo importante está sucediendo a mi alrededor. Y tengo miedo.
El juez ofrece sus manos a Valentine. Ella no comprende lo que desea, pero atiende a su petición. El juez acoge las palmas de sus manos en las suyas durante un rato.
Piensan, ambos, que un sentimiento repentino los ha unido. Bella es esa certeza, más bella aún la incertidumbre. Creen que no se conocen, nada ha acurrido jamás entre ellos. ¿Pero estas calles, estas escaleras, estos pasillos, por los que han podido cruzarse desde hace tanto tiempo?
Me gustaría preguntarles si no recuerdan...¿quizás una puerta giratoria, un día cara a cara? ¿Algún "perdone" entre la multitud? ¿Al teléfono, "es un error"? Pero conozco su respuesta. No, no se acuerdan.
En absoluto dispuesto a mutarse en destino, que les acerque y les aleje, les corte el camino y, partiéndose de risa, se escape un poco más allá. Ha habido signos, indicios, indescifrables, ¿qué importa? Hace tres años tal vez, o quizás el pasado martes, ¿esta hoja que voló de una espalda a otra? Un objeto perdido y recuperado. Quién sabe, ¿quizás un balón ya en los forros de la infancia?
Ha habido apretones de manos, cascabeles, en los que sobre la huella de una mano, otra se imprimirá. Maletas, unas junto a otras, en la consigna. Y quizás una noche un mismo sueño, borrado al despertar por la mañana.
Pero todo comienzo no es sino una continuación, y el libro del destino siempre abierto por la mitad.
Rouge. K.K
sábado, 27 de febrero de 2010
Bolas y paisajes, paisajes y bolas :)
Por fin hallando paisajes de ojos cerrados en techos altos y blancos….
viernes, 26 de febrero de 2010
Las gotas dejan marca.
Por fin el agua es buena señal.
Dentro de un gran manantial con un pequeño puentecito en el que sólo me cabe el dedo meñique del pie izquierdo. Con horas de más y tiempo de menos. Mucha agua y pocas luces. Haciendo honor a la peli que veremos la próxima semana. Habla de lluvia, de lluvia y agua y dejará marca al igual que las gotas en el suelo de la calle.
Estos días tenemos un nuevo mejor amigo cada uno, que nos pesa, que nos estorba, que se cae, que no cabe en ningún lado y no tiene lugar en ningún sitio, no. Sólo queda colgarlo de la espalda como aquella chica de la boina azul. O dejarlo abandonado en cada sitio al que vas, salir corriendo y, cuando las gotas se conviertan en chorretones que te estiran el pelo, volver llorando junto a él, rescatarlo y decirle que, jamás, volverás a hacerlo.
Inundada hasta mi cama pero deseando aprender más sobre el agua
La noche cae rápido pero camina lenta.
Por fin caracoles nocturnos en Espirito Santo.
Salen justo a las nueve de la noche. Ahora, a las nueve, ya es noche cerrada, y parece que tanta oscuridad les gusta más que nunca. Si ha llovido, los invitados se multiplican y la fiesta de crujidos con zapatos y babas es mucho más....espeluznante.
De cualquier forma... tantos cuernos bajo luz de farolas de invierno... me hacen imaginar cuentos, cuentos nocturnos, llenos de lentitud.
Día rojo con boina azul.
Por fin la he visto, a la chica de la boina con paraguas.
La chica que camina delante de mí lleva un paraguas colgado en su espalda y una boina azul. Pero sólo yo puedo ver la boina, y es azul, si. El paraguas es casi más grande que ella y el azul de su gorro no se corresponde con su día. Va comiendo una pera. Se para y la lava en una fuente. Se gira varias veces hacia atrás pensando que yo la sigo. Nos toca seguir el mismo camino. Ya la conocía… y resulta que compartimos calle.
Sólo la he observado de espaldas, pero sé que… también tiene un día rojo.